Se trata de un procedimiento diagnóstico que se realiza para evaluar el estado de las arterias coronarias (arterias que irrigan al corazón), las que a menudo se obstruyen con colesterol (Figuras 1 y 2).
Figura 1.
Figura 2.
Para realizar una coronariografía es necesario introducir un catéter (pequeño tubo plástico de unos 2 milímetros de diámetro) en las arterias, a través de una pequeña punción (Figuras 3 y 4).
Figura 3.
Figura 4.
Esta punción se realiza con anestesia local en la muñeca o en la ingle. El paciente estará acostado en una camilla especial. (Figuras 5 y 6).
Figura 5.
Figura 6.
El catéter llega hasta las arterias del corazón y se inyecta un líquido llamado contraste (sustancia Iodada) que tiñe las arterias por dentro, permitiendo verlas mediante un Angiógrafo (un equipo de rayos X similar al que se usa para hacer radiografías) que nos mostrará el estado de las arterias por dentro (Figura 7).
Figura 7.
Normalmente los pacientes no refieren dolor o grandes molestias, más allá de las generadas por la administración de la anestesia local (se siente un pequeño pinchazo y luego un ardor que dura pocos segundos), ya que los catéteres no producen ninguna sensación dentro del cuerpo.
Una vez finalizado el estudio, deberá guardar algunas horas de reposo.
En ocasiones, puede ser necesario continuar con la realización de una angioplastia. Esto puede ocurrir inmediatamente después del estudio o en forma diferida, en otra ocasión.
Si Ud. debe realizarse una coronariografía, es importante que hable con su cardiólogo/a intervencionista previamente para poder evacuar todas las dudas que tenga al respecto y se le expliquen los beneficios, riesgos y eventuales complicaciones de la misma.