Aunque el acceso transradial es preferido para el cateterismo cardíaco, ya sea para estudios diagnósticos o para procedimientos terapéuticos, la arteria radial (AR) es cada vez más preferida para la revascularización coronaria. Las guías estadounidenses de revascularización coronaria recomiendan que después de usar la arteria mamaria interna para derivar la arteria descendente anterior izquierda (ADA), los cirujanos deben usar una arteria radial en lugar de una vena safena para injertar el segundo vaso no ADA más importante. También se recomienda que los cirujanos eviten usar la arteria radial si ha habido un cateterismo transradial previo. Esto probablemente se deba a la lesión conocida que ocurre en el momento del acceso transradial y la incertidumbre sobre la extensión y el tiempo de recuperación. Además, dos pequeños estudios observacionales sugieren que los injertos de arteria radial instrumentada podrían tener una peor permeabilidad en comparación con un conducto no instrumentado. Sin embargo, sigue siendo incierto si la AR es adecuada para su uso como injerto después de la instrumentación para el acceso transradial. El objetivo de este estudio, realizado por Garry W. Hamilton y colaboradores, fue evaluar los resultados clínicos y la permeabilidad de los injertos de arteria radial previamente instrumentada para cateterismo, en pacientes sometidos a cirugía de revascularización miocárdica (CRM).
Se trata de un estudio prospectivo, observacional, en el que se incluyeron 294 pacientes consecutivos sometidos a revascularización coronaria utilizando como injertos tanto la arteria radial izquierda (ARI) como la arteria radial derecha (ARD), desde el año 2015 hasta el año 2019.
Resultado principal: ocurrencia de MACE, un compuesto de mortalidad por todas las causas, infarto de miocardio o revascularización coronaria repetida. El análisis de permeabilidad fue evaluado con angiografía por TC. El injerto se seleccionó en función de la disponibilidad y calidad, así como de la demografía y anatomía del paciente, y la arteria radial instrumentada se utilizó como el tercer objetivo coronario más importante después de la arteria torácica interna izquierda y los injertos de arteria radial contralateral.
De los 1123 pacientes que se sometieron a CRM en el periodo de estudio, 294 tuvieron tanto la arteria radial (AR) izquierda como la derecha utilizadas como injertos y fueron incluidos en el estudio. Hubo 126 pacientes en el grupo de AR instrumentadas y 168 en el grupo de AR no instrumentadas. Las características basales y los resultados perioperatorios fueron comparables entre los grupos. La tasa de eventos cardíacos adversos mayores a los 2 años después de la revascularización coronaria fue del 2.4% en el grupo de AR instrumentadas y del 5.4% en el grupo de AR no instrumentadas (cociente de riesgos, 0.44 [IC del 95%, 0.12–1.61]; P=0.19).
En el análisis de permeabilidad del injerto se incluyeron 50 pacientes, con un seguimiento mediano de 4.3 años (rango intercuartílico, 3.7 – 4.5). El 80% (40/50) de los injertos de AR instrumentadas y el 82% (41/50) de los injertos de AR no instrumentadas estaban permeables (cociente de probabilidades, 0.86 [IC del 95%, 0.29–2.52]; P>0.99). No se observaron diferencias significativas en el diámetro luminal o el área de sección transversal de los injertos de AR instrumentadas y no instrumentadas.
Conclusiones:
En este estudio observacional, el uso de una arteria radial (AR) previamente instrumentada por cateterismo como injerto para cirugía cardíaca no se asoció con malos resultados clínicos ni con una permeabilidad deteriorada del injerto. Sin embargo, se necesitan investigaciones futuras que pueden considerar la estandarización de la selección de injertos de AR instrumentada.
Dra. Giuliana A. Supicciatti
Miembro del Comité Editor CACI
Título original: Graft Patency and Clinical Outcomes in Patients With Radial Artery Grafts Previously Instrumented for Cardiac Catheterization
Hamilton et al. Circ Cardiovasc Intervention. 2024;17:e013739