La angina después de una intervención coronaria percutánea (ICP) se asocia con ansiedad, depresión, alteración de la función física y la calidad de vida. Cuanto mayor sea el grado de isquemia en un territorio miocárdico, mayor será la mejoría de los síntomas después de la ICP. Es bien conocido que la persistencia o recurrencia de la angina después de la ICP puede afectar del 20% al 40% de los pacientes durante el seguimiento a corto y medio plazo. Comprender los factores del paciente asociados con la angina post-ICP puede brindar diferentes enfoques a la revascularización. En este estudio, realizado por Damien Collison y colaboradores, se evaluó la incidencia y la asociación de angina a los 3 meses post-ICP.

Se incluyeron 260 pacientes sometidos a ICP, quienes completaron cuestionarios sobre los síntomas anginosos (Seattle Angina Questionnaire [SAQ-7]) y el estado de salud (calidad de vida europea [EQ-5D-5L]) al inicio del estudio y 3 meses después de su procedimiento.

Objetivo primario: insuficiencia del vaso diana compuesto de muerte cardiovascular, insuficiencia miocárdica del vaso diana, infarto y necesidad de revascularización del vaso diana.

La edad media de los pacientes fue de 60,9 años, siendo el 87.8% de sexo masculino. Del total de pacientes, el 38.3% presentó angina post-ICP según lo determinado por una puntuación SAQ-AF de seguimiento < 100. El 5.7% de los pacientes con angina post-ICP, no presentaban angina antes del procedimiento. Los pacientes con angina post-ICP tuvieron tasas más altas de infarto de miocardio previo e ICP previa. La incidencia de fibrilación auricular y tabaquismo también fue más alta en aquellos con angina post-ICP. Además, a este grupo de pacientes se le prescribió más fármacos antianginosos.

No hubo diferencias entre los grupos en cuanto a la severidad angiográfica de las estenosis o características del procedimiento como la preparación de la lesión, longitud del stent, post-dilatación y uso de imágenes intravasculares.

Los pacientes que estaban libres de angina en el seguimiento tenían lesiones fisiológicamente más graves antes de la ICP y lograron mejoras significativamente mayores en los cocientes de presión hiperémica y no hiperémica después de la colocación del stent. Los pacientes con angina post-ICP tenían una puntuación SAQ significativamente más baja, tanto al inicio como en el seguimiento, en comparación con aquellos libres de angina. Adicionalmente, en estos pacientes que informaron angina post-ICP, el cambio medio en el índice de salud ponderado EQ-5D-5L fue efectivamente cero (−0.001 unidades), lo que indica que sintieron que su calidad de vida no había mejorado después de la revascularización.

En el análisis por modelo multivariado, cambios pequeños en FFR predijeron la presencia de angina post-ICP. La tasa de fallo del vaso diana en una mediana de seguimiento de 3 años fue de 1.7% sin diferencias significativas entre los grupos (sin angina 0,7% versus angina post-ICP, 3,4%; P=0,16).

Conclusiones:

La magnitud de la mejoría del FFR después de la ICP fue un predictor independiente de la presencia de angina posterior al procedimiento. En pacientes con síntomas estables, la evaluación de la fisiología intracoronaria puede ayudar a predecir el alivio de la angina y la mejora de la calidad de vida después de la colocación de stent y, por lo tanto, ayudar a determinar la idoneidad de la ICP.

Dra. Giuliana A. Supicciatti
Miembro del Comité Editor CACI

Título original: Angina After Percutaneous Coronary Intervention: Patient and Procedural Predictors
Circ Cardiovasc Interv. 2023;16:e012511. DOI: 10.1161/CIRCINTERVENTIONS.122.012511