Diversos estudios han demostrado que la prevalencia de tromboembolismo de pulmón (TEP) aumenta con la edad, siendo uno de los principales factores asociados a la morbimortalidad de pacientes añosos. En este contexto, la trombólisis sistémica (TS) y la embolectomía quirúrgica (EQ) son las estrategias terapéuticas de elección para el tratamiento de pacientes con TEP asociado a inestabilidad hemodinámica o riesgo de descompensación inminente.

La evidencia nos ha demostrado que los pacientes mayores de 75 años presentan una contraindicación relativa para la TS debido a una ocurrencia no despreciable de sangrado intracerebral (estudio PEITHO). A su vez, el subgrupo de pacientes portadores de parámetros asociados a fragilidad presentan un elevado riesgo quirúrgico, por lo que se necesitan de estrategias terapéuticas alternativas como la trombólisis mediante catéteres (CDT) y la trombectomía mediante catéteres (CBT). Así, hasta la fecha no se han analizado las estrategias terapéuticas contemporáneas para pacientes añosos y frágiles con TEP.

El objetivo del presente estudio realizado por Ioannis T. Farmakis de University Medical Center of the Johannes Gutenberg University (Alemania) fue analizar la seguridad de las estrategias de reperfusión para pacientes añosos y frágiles portadores de un TEP pertenecientes al ‘mundo real’.

Se realizó con este propósito un análisis de la cohorte de pacientes de una base de datos americana incluidos durante el periodo comprendido entre 2016 a 2020, identificando al subgrupo de pacientes portadores de un TEP ≥ 65 años y fragilidad, la cual fue determinada mediante una escala diseñada y validada para tal fin (Johns Hopkins Adjusted Clinical Groups). Se analizaron las terapias de reperfusión (TS, CDT, CBT, EQ) en términos de un objetivo primario de seguridad (sangrados totales y sangrados mayores, respectivamente).

Se incluyeron para el análisis un total de 980.245 pacientes ≥ 65 años hospitalizados por TEP, dentro de los cuales el 28.0% fueron frágiles. Así, se realizaron terapias de reperfusión en el 4.9%, dentro de los cuales 17.6% fueron TEP de ‘alto riesgo’. Mientras que la tendencia temporal se mantuvo estable en términos de la utilización de TS como estrategia de reperfusión, se observó un incremento del uso de terapias de reperfusión mediante catéteres durante el periodo de tiempo analizado, siendo de 1.7% en 2016 y de 3.2% en 2020, respectivamente.

Dentro del total de pacientes hospitalizados sometidos a una estrategia de reperfusión, la CDT se asoció a una reducción estadísticamente significativa de la ocurrencia de sangrado mayor, en relación a la TS (5.8% vs. 12.2%. OR 0.58 [IC95% 0.49-0.70]), aún dentro del subgrupo de pacientes frágiles. A su vez, la CBT se asoció a una reducción estadísticamente significativa del sangrado mayor, en relación a la EQ (11.0% vs. 22.4%. OR 0.63 [IC95% 0.43-0.91), diferencia que en este caso no se observó en el subgrupo de pacientes frágiles. Estas diferencias observadas fueron particularmente significativas en el subgrupo de pacientes sin TEP de alto riesgo.

Conclusiones:

En pacientes añosos y frágiles portadores de un tromboembolismo de pulmón, las estrategias de reperfusión basadas en catéteres son alternativas terapéuticas más seguras en términos de la ocurrencia de eventos hemorrágicos, en relación a las estrategias de reperfusión clásicas.

Dr. Cristian M. Garmendia
Miembro del Comité Editor CACI

Título original: A nationwide analysis of reperfusion therapies for pulmonary embolism in older patients with frailty
DOI: 10.4244/EIJ-D-23-00399