En la actualidad, la revascularización mediante angioplastia transluminal coronaria (ATC) de pacientes portadores de enfermedad coronaria ateroesclerótica (ECA) se realiza más frecuentemente bajo guía angiográfica. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que la optimización de la ATC mediante métodos de imagen endovascular como el ultrasonido endovascular (IVUS) y la tomografía de coherencia óptica (OCT) se asocia a un beneficio clínico en el seguimiento.

El objetivo del presente estudio presentado por el Dr. Ziad Ali durante las sesiones científicas del Congreso ESC y publicado concomitantemente en The New England Journal of Medicine tuvo como objetivo analizar las implicancias clínicas del OCT como método de optimización de ATC.

Se realizó con este propósito el estudio ILUMIEN IV, un estudio multicéntrico aleatorizado simple-ciego que incluyó para el análisis pacientes portadores de diabetes mellitus y ECA con estenosis coronarias complejas (lesiones largas o difusas, marcadamente calcificadas o con compromiso de bifurcación y oclusiones totales crónicas). Se aleatorizó al total de la cohorte en relación 1:1 a la ATC optimizada mediante OCT, o a la guía angiografía convencional, analizando como objetivo primario anatómico al área mínima del stent (MSA), y como objetivo primario clínico a la ocurrencia de falla de vaso target (‘target vessel failure’ [TVF], compuesto de muerte por causa cardiovascular (CV), infarto agudo de miocardio (IAM) relacionado al vaso target y revascularización del vaso target secundaria a isquemia), con un seguimiento a dos años desde el procedimiento índice.

Se incluyeron para el análisis un total de 2.487 pacientes. La edad promedio de la población muestral fue de 65 años, con un 78% de sexo masculino y un 59% con un síndrome coronario agudo como motivo de presentación clínica. En términos del objetivo primario anatómico, la ATC optimizada mediante OCT se asoció a una mayor MSA, en relación a la ATC bajo guía angiográfica, con una diferencia estadísticamente significativa entre ambos subgrupos (5.72±2.04 vs. 5.36±1.87mm2; p < 0.001). A su vez, el subgrupo OCT presentó una mayor expansión del stent, un mayor éxito del procedimiento, una menor ocurrencia de disección mayor de los bordes del stent, menor ocurrencia de protrusión tisular intrastent, una menor placa ateroesclerótica residual (‘geographic miss’) y una menor ocurrencia de mala posición mayor, en relación a la ATC bajo guía angiográfica.

En términos del objetivo primario clínico, no se observaron diferencias estadísticamente significativas en términos de la ocurrencia de TVF entre ambos subgrupos (7.4% vs. 8.2%. HR 0.90 [IC95% 0.67-1.19]; p=0.45). A su vez, tampoco se observaron diferencias estadísticamente significativas en términos de muerte por causa CV, IAM o revascularización en el seguimiento. Por contraparte, el subgrupo bajo guía de OCT presentó una menor ocurrencia de trombosis intrastent (TIS) definitiva/probable, en relación a aquellos bajo guía angiográfica (0.5% vs. 1.4%. HR 0.36 [IC 95% 0.14-0.91]; p=0.02), lo cual presenta marcada relevancia clínica ya que dentro del subgrupo de pacientes con TIS, el 95.7% presentó el combinado de muerte o IAM a 2 años de seguimiento.

Conclusiones:

En pacientes portadores de diabetes mellitus y enfermedad coronaria ateroesclerótica de alto riesgo sometidos a una angioplastia transluminal coronaria, la optimización mediante tomografía de coherencia óptica se asoció a una mayor área mínima intrastent, en relación a la guía angiográfica convencional, lo cual no se tradujo en una diferencia clínica estadísticamente significativa en el seguimiento a 2 años.

Dr. Cristian M. Garmendia
Miembro del Comité Editor CACI

Título original: Optical Coherence Tomography–Guided versus Angiography-Guided PCI
DOI: 10.1056/NEJMoa2305861